Este articulo fue publicado:

Domene Verdú, José Fernando (2006): «Historia de las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena», en Domene, J.F.; Gonzalez, M.A. y Vazquez, Vicente (2006):  Las Fiestas de Moros y Cristianos en el Vinalopó, Centre d’estudis local del Vinalopó, Alicante, pp.155-186

Las fiestas de moros y cristianos actuales son el resultado de la fusión de tres fiestas distintas a lo largo de la historia: la fiesta religiosa, en honor a una Virgen o a un santo a quien se atribuyó el fin de alguna epidemia o sequía, la fiesta militar o alarde de armas, en la que una compañía de arcabuceros acompañaba a la advocación local, y la fiesta de moros y cristianos propiamente dicha, que ya se realizaba en el siglo XII (Lleida en 1150) en las ciudades grandes y consistía en la representación de un enfrentamiento entre dos bandos, el moro y el cristiano (embajadas, desembarco, naumaquia, conversión, etc.). Después se extendió a las poblaciones más pequeñas (Orihuela en 1579, Jumilla en 1614, Caudete en 1617, Alcoy en 1668, etc.). En Villena, como las demás poblaciones, se puede comprobar perfectamente el proceso histórico de la fusión de esas tres fiestas[1].
 
           Nuestra Señora de las Virtudes fue proclamada Patrona de Villena y Abogada contra la Peste en 1474, según la leyenda, aunque no existe ninguna constancia documental de ello[2]. En  1474, según la tradición, los vecinos de Villena huyeron a la Fuente del Chopo durante una epidemia de peste y allí proclamaron a la Virgen de las Virtudes como nueva patrona de Villena y «abogada contra la peste», en sustitución de la Virgen de las Nieves o del Castillo, que era la antigua patrona ligada a los odiados marqueses de Villena. El motivo de dicha proclamación fue que intercediera ante Dios para que acabara la epidemia de peste (Maldonado, 1990) que había hecho huir a los villenenses a la Fuente del Chopo, donde se levantó el Santuario que hoy conocemos. Pero en 1474 no hubo ninguna epidemia de peste. Ésta tuvo lugar dos años después, en 1476, coincidiendo con la rebelión contra el Marqués de Villena de los pueblos del Marquesado, y ello sí que está debidamente documentado. Esto quiere decir que la proclamación de la Virgen de las Virtudes como Patrona de Villena no pudo ser en 1474, sino en 1476, porque fue en este último año cuando tuvo lugar la epidemia de peste que la motivó[3] (Domene, 2000a, 2001c). La coincidencia con la rebelión contra el Marqués de Villena explica que se eligiera una nueva Patrona cuando ya había otra, la Virgen de las Nieves o del Castillo. Dado que ésta era la Patrona del odiado Marqués de Villena y tenía su ermita dentro de los muros del castillo, se hizo necesario buscar una nueva Patrona que no tuviera nada que ver con él.
  
          Poco después, se construyó una ermita, que ya se cita en una orden de los Reyes Católicos con fecha 30-7-1490, en que los vecinos huyeron de nuevo a allí a causa de otra epidemia de peste hubo en la entonces villa: «…una hermita que diz que es en el termino de la dicha villa, que dizen Santa María de las Virtudes, donde diz que estan mucha parte de los vecinos de la dicha villa a cabsa de la pistilençia…». Desde la primera epidemia de peste y como acción de gracias, los vecinos de Villena hicieron voto de realizar dos romerías anuales a dicha ermita (Soler, 1997, 196-197; Domene y Sempere, 1989, 33), una el domingo siguiente al domingo de Pascua y otra el día 8 de Septiembre, que están documentadas ampliamente[4] y, en ellas, se desarrollaban otras actividades de carácter lúdico que contribuían a atraer gente de Villena y de los pueblos circundantes, igual que ocurre en las romerías de cualquier parte del país. La duración de las fiestas, por tanto, era tan sólo de un día, y el escenario, el santuario y sus alrededores.
            Las romerías y la procesión se desarrollaron durante el siglo XVI, al tiempo que empieza a documentarse la participación de la Milicia en las fiestas reales. En 1540, D. Francisco Méndez de Carvajal prohíbe que se pasen a cuenta del concejo de la ciudad los gastos de las romerías y que si esto se hace, lo pague de sus bienes el «mayordomo» o depositario de fondos. En 1547, se documenta por primera vez la utilización de la música en las fiestas, ya que se pagaron cinco reales al trompeta Gallano, vecino de Murcia, por el gasto que hizo en el mesón el día 8 de septiembre con «su compañía y las bestias». En 1549, los gastos de la romería de marzo ascendieron a 1.245 maravedíes (unos 34 reales) y los de la romería de septiembre a 3.705 maravedíes (unos 103 reales), con los que se pagaron la comida de los clérigos asistentes y los juglares que vinieron de Elda. Ya entonces, por tanto, era más importante la romería después de haberse esclarecido la proclamación de la Patrona. En 1581, Felipe II concede una Feria en la «casa de Nuestra Señora de las Virtudes», con el privilegio de que lo que se vendiese en ella y cien pasos alrededor estará libre de impuestos. En 1581, Felipe II concede una Feria en la «casa de Nuestra Señora de las Virtudes», con el privilegio de que lo que se vendiese en ella y cien pasos alrededor estará libre de impuestos.  Las romerías villenenses del siglo XVI y de las actividades lúdicas que en ellas se desarrollaban se describen en una carta de Felipe II al concejo de Villena, fechada el 24-8-1588, en la que concede licencia para que éste pueda gastar 700 reales anuales en dichas romerías: «Por quanto por parte de vos, el concejo, justicia y regimiento de la ciudad de Billena nos fue fecha relación que en el término desa dicha çiudad avía una ymagen de Nuestra Señona que llamavan de las Virtudes, con la qual tenían mucha devoçión los vezinos desa dicha çiudad y de toda su comarca, y acudían a ella espeçialmente las fiestas de Nuestra Señona de Março y de Septiembre, y estos dos días se yba en proçesión desde esa dicha çiudad a la hermita donde estava la dicha ymagen, que avía una legua, e yban todos los clérigos y frayles y la justiçia, regimiento y todos los demás vezinos della, y hera de manera que en los dichos días se despoblaba la çiudad y toda la comarca para hir en la dicha processión; y para que se hiziese con la solenidad que se requería, demás de juntarse toda la clereçía, trayades menestriles del rreyno de Valençia, y en la dicha hermita, por ser esa dicha çiudad patrona, avía carrera de a caballo y a pie y saltavan y tiraban y al que mejor haçia lo suso dicho le dávades ciertas joyas, y a todos los vrayles y rreligiosos se les dava de comer, y si lo suso dicho no se hiziesse, se perdería la dicha deboçión y no acudiría tanta gente como solía, y en lo suso dicho se solían gastar çient ducados de tiempo ynmemorial a esta parte…». Esta devoción a la Virgen de las Virtudes y las actividades lúdicas que se celebraban en las romerías fueron potenciadas por la Iglesia y, sobre todo, por el concejo de la ciudad, que pagaba los gastos y estaba formado por los hidalgos y por los mayores propietarios de la ciudad, por lo que estaba controlado por los vecinos más pudientes, que eran los mismos que se sublevaron contra el odiado Marqués de Villena en 1476. Y fue potenciada hasta tal punto por la nobleza local de Villena que era el concejo el que pagaba los gastos de las romerías, ya que «…sy el dicho gasto no se hiziese no se harían las dichas proçesyones y se perdería la devoçión de la dicha casa…». Esta misma afirmación se repite en el documento fechado el 24-8-1588 casi en los mismos términos: «…y si lo suso dicho no se hiziesse, se perdería la dicha deboçión y no acudiría tanta gente como solía…». Todo indica, por tanto, que las romerías y la devoción a la Virgen de las Virtudes comenzaron, no tanto por iniciativa popular, sino más bien por iniciativa de la Iglesia, de la nobleza local y de los vecinos más pudientes a través del concejo de la ciudad.
En el siglo XVII, se instituye el Día del Voto en la romería de marzo. El 25-3-1624, todo el clero de la ciudad, ante el obispo de Cartagena Fray Antonio Trejo, hace voto y juramento de defender públicamente la Purísima Concepción de la Virgen, y se proclama que, a partir de entonces, no sería admitido a capellanía, beneficio eclesiástico, renta u oficio alguno al que no prestase el mismo juramento. Queda establecido así el día del Voto, que sigue celebrándose en la actualidad. A finales del siglo XVII se instituye la cofradía de los «Esclavos de María Santísima» que inicia una nueva romería al Santuario el domingo siguiente a la Natividad de Nuestra Señora, el 8 de septiembre. Es el «Día de la Esclavitud», tercera romería anual al Santuario, que también se sigue celebrando.
La participación de la Milicia en las fiestas reales también está documentada ampliamente. En 1575, se festeja el parto de la reina con «procesiones festejos y justas entre caballeros» o torneos, en los que parece ser que uno de los bandos se vestía a veces con indumentaria musulmana. En 1586, la ciudad salió a recibir festivamente a Felipe II, que pasó por Almansa. El la primera constancia a la soldadesca o milicia popular -una compañía de arcabuceros- que dará lugar a las comparsas. En 1619, se prohíbe a los mayordomos de las cofradías los tiros en «la torre alta mayor del castillo» por los desperfectos que habían ocasionado en el piso y las posteriores goteras que se producían. En 1628, los capitanes aportan los soldados de sus compañías para que salgan con sus armas a solemnizar la beatificación de 23 franciscanos martirizados en el Japón. En 1668, se realizó la función de alzar pendones por Carlos II en la plaza de Juan Ros, con compañía de arcabuceros al mando de Ignacio de Selva como capitán, y Francisco Fernández como alférez.
 
           La compañía de arcabuceros que formaba la Milicia del Reino, que a partir de 1750 se denominó “soldadesca”, empezó a participar también en las romerías y rogativas disparando sus arcabuces y en 1638 se documentan los cargos de capitán, alférez y sargento. En una rogativa por la sequía el 11-4-1638, se traslada la Virgen a la Ciudad porque algunos vecinos «henchidos de devoción quieren acompañarla y gastar alguna pólvora». Para ello se nombran los cargos de los responsables del traslado. El capitán es D. Antonio Díaz Navarro, el alférez D. Juan Matheo de Márquez, y el sargento D. Onofre Oltra. Estos cargos han sobrevivido. En 1646, se traslada de nuevo la Virgen a la ciudad de Villena y después se retorna al Santuario en rogativa para proporcionar lluvia con el argumento de que «hay muchas personas que tienen voluntad, para ayudar en el festejo de este día, de salir con sus arcabuces». En esta ocasión los cargos recayeron en Juan Matheo de Márquez (capitán), Jerónimo Martínez de Olivencia (alférez) y Pedro Márquez de Medina (sargento). Estos cargos eran ocupados por los hidalgos de la ciudad y no dejaban de haber problemas a la hora de elegirlos[5].
Las referencias a la participación de la soldadesca, tanto en las fiestas reales como en las romerías y rogativas villenenses, son también abundantes en el siglo XVIII, y en ellas se celebran también corridas de toros, documentadas por primera vez el 2-6-1588 (Soler, 1997, 202-203), y luminarias. En 1710, salen dos compañías de 50 hombres cada una al mando de sus capitanes y oficiales, «todos con sus fusiles y arcabuces disparando continuamente» para celebrar el triunfo de Felipe V en la batalla de Brihuega. El 29-7-1728, para celebrar la victoria de Felipe V en la guerra de Sucesión, se trasladó la Patrona desde su Santuario hasta el templo de Santiago, al mando de dos comisarios: uno para la prevención y disposición de la pólvora, y otro para el adorno y composición de caminos y calles, tanto en el día de «la entrada» (de la Virgen en la población) como en el de la «procesión general». En 1750, se trae a la Virgen procesionalmente desde su convento hasta la parroquia de Santiago «con el acompañamiento de hachas, fuegos artificiales, iluminación en las calles públicas y sierras que circundan esta ciudad y su castillo, como siempre se ha practicado en las ocasiones en que se ha traído…». La iluminación de las sierras, por medio de hogueras, se continúa haciendo en Biar durante el traslado de la Virgen desde el Santuario hasta la población. También se estimula a los vecinos «para que formen las soldadescas que siempre han hecho en demostración de su júbilo», apareciendo por primera vez la palabra soldadesca, formada por los vecinos sin ninguna intervención militar. En una rogativa por la peste celebrada el 16-9-1752, se utiliza por primera vez en la iglesia de Santiago, para recibir a la Virgen, el trono con el ingenioso mecanismo de elevación, que se sigue utilizando en la actualidad (Zapater, 1884, 56-57). En 1789, se gastan seis arrobas en fuegos artificiales, luminarias y salvas en el castillo, y 4 ó 5 en la soldadesca. En 1834, se menciona la soldadesca en la romería de la Esclavitud. En 1835, se hace una rogativa en acción de gracias por haber finalizado la epidemia de cólera en la que interviene la soldadesca en el «paseo de la Virgen». Ese mismo año se aprueba la Ley de Extinción de Monasterios y Conventos, más conocida como la Desamortización de Mendizábal, por la que los frailes agustinos se ven obligados a abandonar el santuario, lo que dificultó el desarrollo de las romerías y obligó a cambiar en 1838 el escenario de las fiestas trayendo a la Virgen a la ciudad en vez de ser los vecinos los que fueran al Santuario.
 
           Las dos romerías continuaron realizándose de la misma forma hasta que en el año 1838, como consecuencia del abandono del Convento por los frailes agustinos en cumplimiento de la Ley de Extinción de Monasterios y Conventos, se decidió traer la imagen de la Virgen a la ciudad el día 8 de septiembre, en lugar de ser los villeneros los que se desplazaran al Santuario, dividiéndose así la romería de septiembre en dos romerías, una el día 7 por la tarde para traer a la Virgen, y otra el día 10 por la mañana para devolverla al santuario. Al año siguiente, 1839, se decide adelantar un día la primera romería, trayéndose a la Virgen el día 6 por la tarde y devolviéndose al Santuario el día 10. Ese año de 1839, la procesión o «Paseo de la Virgen» se realizó el día 8, y los días 7, 8 y 9 había una misa por la mañana y un rosario por la tarde, tres procesiones, dos romerías (días 6 y 10), tres misas solemnes, y una salve por la tarde el único día posible (el día 7). En 1848 (o el año anterior, puesto que no existe referencia documental de las fiestas de 1847) se adelanta un día más, hasta el día 5, y a partir de 1848 ya existe el esquema actual de los 5 días de fiestas, y este mismo esquema de la fiesta religiosa es el que ha permanecido hasta la actualidad, con la salvedad de que en 1901 las comparsas dejaron de disparar sus arcabuces durante el recorrido de la procesión, realizándose ésta a partir de entonces tal y como hoy la conocemos.
 
           La denominación de «soldadesca», que aparece por primera vez en Villena en la rogativa de 1750 y que se sigue utilizando hasta el año 1900 en los programas de fiestas, cuando hacía ya mucho tiempo que existían las comparsas, porque en 1900 fue, precisamente el último año en que se disparó en la Procesión. Por tanto, la palabra «soldadesca» se refería a las comparsas de moros y cristianos con toda seguridad desde 1838 hasta 1900 y, muy probablemente, también desde 1750 hasta 1838, ya que no se establece ninguna diferencia semántica entre los dos tipos de soldadesca, con comparsa de moros o sin ella. Pero es José Zapater (1884) quien confirma esta identificación entre las comparsas y la soldadesca al decir, textualmente: «…con el fin de dar forma a las escaramuzas de Moros y Cristianos, que entonces se conocían con el nombre de soldadesca…». Otros textos confirman también esta identificación, como el memorial del Concejo celebrado el 17-8-1860, que alude a «un grupo de vecinos de los que forman las Comparsas de las que salen en la Soldadesca…». O como en el informe de l868, refiriéndose a las fiestas de Biar: «Con motivo de la proximidad del pueblo de Biar, en donde también desde hace muchos años celebran sus fiestas con soldadesca de moros y cristianos, se introdujo en esta ciudad la misma costumbre, y a su imitación se construyó un castillo de madera…».
n el primer tercio del siglo XIX, en efecto, se construyó el castillo de embajadas para mejorar la representación histórica que las comparsas existentes hasta entonces, una de moros y otra de cristianos, venían realizando desde antes. José Zapater (1884: 98 y 99) sitúa el origen de las comparsas más antiguas antes del primer tercio del siglo XIX, o sea, en el XVIII como más tarde: «Estas comparsas han ido creándose paulatinamente con el deseo de dar mayor esplendor a dichas fiestas, pues hasta el primer tercio del presente siglo no había más que las de Moros y Cristianos…El referido castillo también es obra del presente siglo, y se debe a iniciativa de los ya citados Clemente Sáez y Manuel Fita. Estos dos hijos de Villena, en el primer tercio de este siglo, deseosos de dar mayor realce a las fiestas de la Virgen, y con el fin de dar forma a las escaramuzas de Moros y Cristianos, que entonces se conocían con el nombre de la soldadesca, pensaron en colocar un castillo de madera en el centro de la puerta de Almansa durante las fiestas de septiembre, para que los moros y cristianos tuviesen un punto que combatir».
            La fiesta de moros y cristianos propiamente dicha, sin embargo, no está documentada hasta el año 1838, en que ya se traía la Mahoma de Biar. En efecto, en 1838 se describen las Fiestas de Moros y Cristianos de Biar de ese año en el «Semanario Pintoresco Español» publicado en el año siguiente con fecha 5-5-1839 (5 días antes de las fiestas de Biar de ese año), en el que se alude a la traída de la Mahoma a Villena. Esto supondría la existencia en Villena de una comparsa de moros encargada de traerla y, por tanto de Fiestas de Moros y cristianos, porque los «vecinos de Villena» aludidos tenían que ser sin duda los componentes dela comparsa de Moros mencionada en 1863: «Los de Biar y algunos más se esparcen indistintamente por los costados de la plaza, los de Villena se colocan a la derecha del castillo, los de Castalla ocupan la izquierda…Los vecinos de Villena y Castalla se arrojan a él, desatan los restos de Mahoma y asidos a ellos se disputan a golpes la honra de llevarlos…Vencen los de Villena, así por su mayor número como por la protección que le dispensan los de Biar, y llenos de gozo arrastran los restos camino de su pueblo».
 
           El año1843 es la primera referencia tradicional a las fiestas de Moros y Cristianos de Villena y construcción del primer castillo de embajadas, según José María Soler (1976), que cita el dato proporcionado por Salvador Abellán en 1923 basándose en una inscripción que existía en el antiguo castillo de embajadas en la que figuraba el año de 1843. En el Archivo Municipal existía un documento fechado en 1843, hoy desaparecido, que nombraba las «funciones de Moros y Cristianos» y que fue extractado por Faustino Alonso, (1992, 26-32): «En las fiestas de La Virgen la banda de música tocó en las funciones de Moros y Cristianos y en otras funciones de las fiestas. Y añade que se gastaron en aquellas fiestas «1.500 reales de vellón para pólvora. El director de la banda de música era Jerónimo Palao». En esta nota figura el año 1843.
            El 27 de Agosto de 1846, el Gobernador Civil de Alicante permite que se celebren las «fiestas de moros y cristianos con fuegos artificiales» de ese año, a pesar de los «disgustos» habidos en el año anterior, esto es, de 1845: «Concedo a V. la licencia que solicita para que en los días 7 y 8 del próximo Setiembre puedan celebrarse en esa Ciudad las fiestas de moros y cristianos con fuegos artificiales, pero recuerdo a V. que hubo disgustos en el año anterior. Tenga V. pues entendido que siempre será responsable si por cualquier motivo se alterase el orden público.Dios guarde a V. m. a. Alicante 27 de Agosto 1846″.
            En el libro Vida del Exmo. Sr. D. Joaquín María López, publicado en 1857 por Fermín Caballero (Imprenta Manuel Minuesa, Madrid, 1857, pp. 191-192), se describen las fiestas de entonces y se cita también a la comparsa de Romanos y a la Mahoma: “Admiraba el calor y complacencia con que refería los festejos que Villena hace a su patrona el 8 de Setiembre; el castillo que se levanta ocupado por los moros; la embajada en verso que les envían los cristianos para que se rindan; la descomunal batalla que se traba entre africanos y españoles, auxiliando a estos legiones romanas; el trueno estrepitoso que da la cabeza de Mahoma; las sendas palizas que suelen armarse entre los de Biar y de Yecla sobre llevarse arrastra el zancarrón del falso profeta y la magestuosa ascensión de la imagen en un trono profusamente iluminado”.
            Al añadirse las embajadas a la fiesta patronal con soldadesca, la antigua compañía de arcabuceros que formaba la Milicia General del Reino, denominada soldadesca desde 1750, se convirtió en la comparsa de Cristianos, conservando todos los elementos y características de la antigua milicia como el traje militar “a la antigua española”, los cargos de capitán, alférez, sargento y cabo y, solamente en Villena, también la posición en el último lugar en la procesión (y luego también en los demás desfiles) para conservar el privilegio de desfilar delante de la del Patrón o de la Patrona. Para poder celebrar las embajadas, tuvo que aparecer una comparsa de moros que se enfrentara a los cristianos y esta nueva comparsa de Moros también adoptó la misma estructura y cargos, aunque utilizó un traje “a la turca”, que seguramente recibió la influencia de los Mamelucos que acompañaban al ejército francés en la Guerra de la Independencia (con pantalón de color rojo), como se puede comprobar en el conocido cuadró de Goya del “2 de mayo”. La comparsa de Cristianos siguió utilizando el traje “a la antigua española” propio de las Milicias del siglo XVII pero, al igual que en Yecla y en las demás poblaciones de la comarca e incluso de España, ese traje “a la antigua española” se sustituyó a principios del siglo XIX por “el traje usual de los labradores” con el sombrero napoleónico o bicornio, que se ha conservado en la comparsa de La Antigua de Caudete, en Yecla y en la comparsa de Cristianos de Sax, aunque en estas dos poblaciones ha sustituido ya en el siglo XX el calzón negro por un pantalón negro actual. En el informe de 1868 del Ayuntamiento de Villena, se documenta este cambio de indumentaria, ya que se dice que “por espacio de muchos años iban vestidos a la antigua española, pero desde principios de este siglo adoptaron el traje usual de los labradores”. El traje “a la antigua española”, sin embargo, se recuperó en Villena hasta que se sustituyó finalmente en 1964 por el traje actual.
n 1863 se citan por primera vez las comparsas que existían entonces[6], que sólo eran tres (Moros, Cristianos y Romanos), y en 1868 siguen existiendo esas mismas tres comparsas[7], sin que hubiera aparecido ninguna más. En un informe detallado del Ayuntamiento al Gobierno Civil a petición de éste último[8], se describen con bastante minuciosidad las Fiestas de Moros y Cristianos de Villena de ese período, pero sólo en su parte no religiosa. La fiesta laica o de Moros y Cristianos se reducía al pacto de la alianza (entre las comparsas de Cristianos y Romanos) el día 6, las dos embajadas y guerrillas los días 7 y 8, la entrada de nuevos capitanes y alféreces del día 9 por la tarde (que no tenía el carácter de desfile que tiene en la actualidad) y los fuegos de artificio “en las dos últimas noches”, según se describe. Según el informe de 1868, por tanto, las dos embajadas se celebraban los días 7 y 8, el día 6 se representaba el Pacto de la Alianza entre las comparsas de Cristianos y Romanos (posiblemente a partir de 1848) y el día 9, se representaría la Conversión del Moro al Cristianismo, que no se documenta hasta 1886 pero en el programa de fiestas de 1901 se la cita como la “antigua Conversión del Moro”.
  
         El texto de las Embajadas de Villena es el mismo que el de Sax y Petrer y procedería de Petrer porque el texto de esta población es el más completo y sus fiestas y embajadas, las más antiguas de las tres poblaciones (1821). El texto de la Conversión de Villena es más complejo, ya que es la fusión de dos textos distintos, la Comedia de Diego de Ornedillo editada a mediados del siglo XVIII (entre 1741 y 1765) y titulada Coloquio al Santo Nacimiento de nuestro Señor Jesu-Christo entre un Moro y un Christiano, que se utiliza en la Conversión de Villena y en otras poblaciones andaluzas y de otras regiones, y el texto del Despojo de Banyeres y Bocairent (Domene, 1996c; 1997b). Los textos de las Embajadas y del Despojo son anónimos y se puede saber que son del mismo autor y se escribieron entre 1810 y 1815 gracias al análisis interno de los mismos y a la cronología de los anacronismos que en ellos aparecen. Los mamelucos participaron en la Guerra de la Independencia como fuerza de choque del ejercito de Napoleón, como reflejó Goya en el cuadro del 2 de mayo:
«Los valientes MAMELUCOS,
sin perdonar vida humana,
talen, incendien, destruyan
cuanto pertenezca a España»
La guerrilla apareció como táctica militar también en la Guerra de la Independencia y esta cronología la confirma dos Cuerpos del Ejército que aparecen en el texto de Sax y en la edición de 1964 del texto de Villena, el de Cazadores, que fue creado en 1810, y el de Dragones, que se creó en 1635 y se extinguió en 1815:
«Rompa el tambor, toque marcha
las cornetas que horrorizan,
den señal los CAZADORES
y divídanse en GUERRILLAS;
salgan luego los DRAGONES,
marche la caballería
arrollando cuanto encuentre,
avance la infantería
hasta que todo se rinda,
para que no quede rastro
ni indicio de la morisma».
El texto de Petrer, Sax y Villena se tuvo que escribir, por tanto, entre 1810 y 1815, tan sólo unos pocos años antes que las fiestas de dichas poblaciones (1821 las de Petrer y, documentadas ya en 1838, las de Sax y Villena).
La misma cronología del texto de Petrer, Sax y Villena (1810-1815) es la del texto del Despojo de Banyeres y Bocairent, ya que “José Soberano” sólo puede referirse al rey José I Bonaparte, que reinó en España entre 1808 y 1813 y lo mismo se puede decir de “su esposa la Reina” (no tiene nada que ver con San José y la Virgen María):
“Y, después, todos conmigo
cantadle con voces tiernas:
¡VIVA JOSÉ SOBERANO!.
¡VIVA SU ESPOSA LA REINA!.
¡Viva esta Imagen Sagrada,
Jesús y su Santa Iglesia!”.
La versión más antigua conocida del texto de las embajadas y de la conversión data de 1889 y es el manuscrito copiado por Eduardo Marín de unos textos más antiguos, según él mismo declara. La primera edición impresa es de 1892, aunque en 1893 se estrena un nuevo texto de la Conversión del poeta benejamense Joaquín Vera Navarro, que se representó hasta 1902, recuperándose el texto antiguo al año siguiente (1903) y volviéndose a editar en 1915.
Estos nuevos textos escritos a principios del siglo XIX sustituyeron al texto que se representaba en el siglo XVIII el la iglesia de Santiago, que era la comedia titulada Los reflejos esclarecidos de el sol coronado de Astros, María de las Virtudes, en el cenit de Villena, escrita por el clérigo villenense Rodrigo Gabaldón, editada póstumamente en 1757 (Soler, 1953) y reeditada en 2001 por J. B. Vilar y A. Rojas (Gabaldón, 2001).
 
           Después de 1868, en los años inmediatamente siguientes, aparece el primer desfile, la Entrada[9], que ya estaba perfectamente organizado en 1884, con una duración de 45 minutos (frente a las 7 horas actuales). A partir de entonces han ido apareciendo todos los demás actos y desfiles que componen actualmente las fiestas de Moros y Cristianos de Villena. En 1884, se celebra el 4Õ centenario de la Virgen de las Virtudes (que había sido aplazado en 1874 por la epidemia de cólera y la situación socio-política) y, con ese motivo, se edita el primer programa de fiestas y el libro de José Zapater y Ugeda. En el programa de 1884, se documenta la existencia de actos festeros como las tres dianas, las dos retretas, los dos alardes y las tres misas de campaña, a los que se añadían los conciertos con el nombre de «serenatas», que debían existir anteriormente, al igual que la Banda de Música. Y, sobre todo, aparece la Entrada, que es el primer y único desfile en las fiestas de este período, además de las dianas, en las que hasta 1889 sólo participan las bandas de música sin las comparsas. En el libro de Zapater (1884, 97), aparecen por primera vez la comparsa de Moros Viejos con su nombre actual y todas las demás comparsas que existían ese año, que cita por orden de antigüedad (“Por los moros: Moros Viejos, Moros Nuevos, Marroquíes y Moro Guerreros. Por los cristianos: Caballeros Cristianos, Marineros, Romanos, Estudiantes y Tercios de Flandes”).
Hay que destacar la influencia militar en las comparsas y en las fiestas de moros y cristianos en general a lo largo del siglo XIX. Tanto las comparsas de Moros como las de Cristianos de todas las poblaciones recibieron una fuerte influencia de los Gastadores militares a partir de 1760/1768 (Arnedo, 1992, 2003), en que se promulgaron las Ordenanzas Militares de Carlos III, lo que determinó que se añadieran las barbas (en 1760/1768), las manoplas (en 1818/1828), la mochila con manta enrollada (en 1818/1828), el pico, hacha o serrucho (en 1760/1768) y el delantal o mandil (en 1760/1768) en el traje de las comparsas que aparecieron antes de la década de 1870, puesto que en las ordenanzas militares de 1871 se eliminaron todos estos elementos. Hasta 1818/1828 el delantal o mandil fue de color marrón, que con el uso se hacía negro, y desde esa fecha hasta su desaparición en 1871 fue de color blanco, que con el uso se convertía en amarillo (Arnedo, 1992, 2003). Estos elementos de las Escuadras de Gastadores se han conservado en las comparsas más antiguas de Alcoy, Villena, Beneixama y Bocairent, al igual que en las compañías de Hacheros de los Alardes de Irún y Fuenterrabía (Urbeltz, 1995). En las comparsas más antiguas de estas poblaciones y en las compañías de Hacheros de Irún y Fuenterrabía se han conservado los elementos del tipo 1 de las Escuadras de Gastadores militares (con delantal marrón o negro) y, en las de Marruecos de Villena y Zuavos de Bocairent se han conservado los elementos del tipo 1 (con delantal blanco los Zuavos de Bocairent y amarillo los Marruecos de Villena). La influencia militar también provocó la aparición de algunos elementos de los trajes de otras comparsas, como los gorros de campaña por ejemplo. En la comparsa de Estudiantes de Villena y otras poblaciones, el sombrero de dos picos o bicornio y los cordones de la chaquetilla o jubón son de origen militar y la cuchara y el tenedor cruzados del bicornio se inspiraron en la cucarda de los bicornios militares (Arnedo, 2004). La influencia militar se reflejó también en la aparición en nuestras fiestas de dos desfiles como la Retreta y la Diana, que tienen un claro origen militar (Barrachina, 1994) y se documentan desde 1837 en Alcoi (Espí, 1987). Otra influencia militar en el siglo XIX consistió en la participación de las cantineras en algunas comparsas de diversas poblaciones (en Villena, se documentan en 1890 en la comparsa de Marruecos), al igual que en las compañías de los Alardes guipuzcoanos como el de Irún (Urbeltz, 1995), a imitación de las cantineras que acompañaban al ejército en las campañas militares. La influencia militar también fue decisiva en la forma de desfilar, ya que originalmente las comparsas se dividían en dos partes como en el Ejército, la Escuadra de Gastadores, formada por 6 festeros que llevaban mochila con manta enrollada, pico, delantal, manguitos y barbas postizas como los Gastadores militares, y los tiradores, que desfilaban en dos, cuatro o mas hileras y prescindían de estos elementos y llevaban en su lugar la manta desplegada alrededor del cuello en las comparsas anteriores a 1859/1871, y capa y lanza en las posteriores a esa fecha (Domene, 1998c). En las comparsas de Moros Viejos y Moros Nuevos de Villena, no obstante, se utilizó hasta bien entrado el siglo XX (probablemente 1923) la uniformidad de la tropa para disparar, denominándose popularmente como «el traje de tirar». La forma de desfilar de tipo militar de las antiguas compañías de arcabuceros de las Milicias, en dos hileras y marcando el paso al ritmo de la música militar se conservó en los tiradores. Según el Informe del Ayuntamiento de Villena de 1868, los vecinos que participaban en la soldadesca «iban vestidos a la antigua española…armados con los antiguos arcabuces, y arreglados por parejas» e iban «disparando delante de la procesión de la Virgen de las Virtudes, que se celebra el día 8 de Setiembre, y acompañarla después, cuando el día 9 regresa a su Santuario, que dista como una legua de esta Ciudad». En 1884 todas las comparsas de Villena desfilaban con bandas de música (militares) y los músicos se alojaban durante las fiestas en las casas de los festeros. La influencia militar en las fiestas se explica por la existencia del cuartel militar de Alcoi, perteneciente al Batallón de Milicianos a principios del siglo XIX, que luego sería el Regimiento de Infantería “Vizcaya” nº 21.
  
         La crisis económica de finales del siglo XIX y principios del XX conlleva un estancamiento de las fiestas de Villena y, como consecuencia de ello, el esquema de las fiestas se mantiene prácticamente idéntico desde 1886 hasta 1923, apareciendo sólo la Alborada en 1897 y la Fiesta del Pasodoble en 1917. Se modifican también algunos actos como la Procesión y la Diana, que en 1901 empiezan a realizarse como en la actualidad, y no desfilan algunas comparsas durante algunos años. En 1906, se detallan por primera vez en el programa de fiestas las comparsas en La Entrada y son sólo cinco (Moros Viejos, Moros Nuevos, Marroquíes, Marineros y Cristianos), cuatro comparsas menos que en 1884. Los Estudiantes no desfilaron ese año, los Tercios de Flandes habían desaparecido ya y los Romanos desfilaron en 1897 y 1898 y no lo hicieron de 1906 a 1915. Los Moros nuevos no desfilaron en 1910 y 1911.
La reactivación económica que siguió a la primera guerra mundial y el bienestar social de los «felices años 20» provocó un gran desarrollo de las fiestas, de manera que, a la estructura de las fiestas de período anterior, se añadieron numerosos actos no relacionados con las fiestas de moros y cristianos y que reflejan el bienestar económico de estos años. Es el caso de los conciertos a mediodía y medianoche durante los días de fiestas, los desfiles de carruajes y batallas de serpentinas, los juegos florales, el acto de contrabando y la corrida de toros en la nueva plaza, desde el año 1926, además del cambio de día de los simulacros de guerrilla desde 1921. El bienestar económico también se reflejó en la aparición de varias comparsas nuevas a lo largo de la década (los Andaluces o Contrabandistas en 1923, los Labradores o Maseros en 1926, los Americanos en 1928 y los Moros Realistas en 1928, aunque desfiló por primera vez en 1929, además de la reaparición de los Tercios de Flandes en 1927 hasta 1932 y la reestructuración de los Estudiantes en 1925), algunas de ellas por influencia de Alcoy (Andaluces, Labradores y Moros Realistas). En 1923, se celebró con toda solemnidad la Coronación de la Virgen de las Virtudes y, en 1926, las fiestas de Villena aparecen en un reportaje en el diario ABC, con una fotografía de La Entrada en portada.
A partir de 1929, tras el crack bursátil de Nueva York, el mundo entra en la más grave crisis económica de este siglo y, como es natural, también afectó a Villena y a sus fiestas[10], que entran en un nuevo período de estancamiento a lo largo de toda la República. Así, en 1931 desaparecieron gran parte de las innovaciones de la década anterior y, partir de ese año, el Ayuntamiento sólo organiza los actos laicos, dejando a la Junta de la Virgen la organización de los religiosos. Se editan dos programas de fiestas distintos, uno para los actos civiles y otro para los religiosos y la independencia entre ambos tipos de actos no impide que coincida el horario de algunos de ellos, como la misa Solemne y los Simulacros de Batalla, o las Salves y el Pacto de la Alianza. También desaparece alguna comparsa, como los Tercios de Flandes, que desfilaron por última vez en 1932.
Durante la guerra, no se celebran fiestas de Moros y Cristianos y, a partir de 1939, hay un resurgimiento de las mismas propiciado por el Ayuntamiento y el nuevo gobierno municipal, sobre todo en los actos religiosos, a pesar de la crisis económica de la posguerra. Así, en 1940 aparece un festival musical en la plaza de toros el día 6 por la tarde, que obliga a desplazar el Pacto de la Alianza a la mañana, uniéndose a su vez con el simulacro de guerrilla de ese día. En dicho festival, Manuel Carrascosa estrena en 1940 el pasodoble La Morenica. A la vez que cobran importancia los actos religiosos, algunos de ellos protagonizados por FET y JONS, van perdiendo importancia los actos laicos, como los simulacros de batalla, cuyo horario coincide con los conciertos de mediodía y con las embajadas, una de las cuales coincide a su vez con la corrida de toros. En 1948 de celebran con toda solemnidad las Bodas de Plata de la Coronación de la Virgen. En 1939, apareció la comparsa de Piratas, fundada por un grupo de jóvenes de los vencedores en la Guerra Civil, con camisa y pantalón negro por influencia de los ’camisas negras’ o militantes del Fascio di Combattimento mussoliniano, y que supuso una novedad y una nueva manera de concebir la fiesta con mayor «relajación e indisciplina» (Soler, 1985, Nov.-Dic.), influyendo en otras comparsas de Villena y extendiéndose a otras muchas poblaciones tras desvincularse de su origen ideológico y sustituir la camisa negra por la roja actual en 1949 (Domene-Sempere, 1989, 170). El Ayuntamiento pagaba íntegramente las bandas de música y apoyó la reorganización de las comparsas y la participación de los festeros en ellas, así como la historicidad de las mismas (a excepción de la comparsa de Piratas). Se estableció un paralelismo entre la “cruzada contra los moros” que se conmemoraba en ellas con la “cruzada contra los rojos” que para el ejército vencedor había sido la Guerra Civil. Sin embargo, en términos generales prevalece el estancamiento (los Marineros, por ejemplo, no desfilaron en los períodos 1939-1943 y 1946-1952, y los Romanos desaparecieron en 1949), sin grandes variaciones en el programa de actos como las que tendrán lugar en la década siguiente.
En los años cincuenta, y especialmente a partir de 1953, hay un importante auge en las fiestas de Villena como consecuencia de la situación económica y política general[11], y ese auge se reflejó también varias innovaciones en las fiestas de Villena. El mismo año de 1953 se inauguró un nuevo Castillo de Embajadas, diseñado por el escultor villenense Antonio Navarro Santafé, que sustituyó al antiguo castillo de madera tras el incendio intencionado del mismo el día 9-9-1952. En 1955 aparecen nuevos actos como la Cabalgata y la Ofrenda y, al mismo tiempo, se potencian otros como las verbenas, con la aparición de recintos cerrados como «La Troya», «la Cábila» o «La Guarida». El motivo fue de la creación de la Cabalgata fue el descontento de los Cristianos con los Moros Viejos por la lentitud de estos en La Entrada, que hacía que los Cristianos terminaran de noche, por lo que el alcalde instigó la creación de un nuevo desfile que abrieran los Cristianos. La Ofrenda se creó en 1955 a imitación de la que había hecho la comparsa de Moros Nuevos el año anterior, ese año la realizaron sólo los festeros y, al año siguiente, ya fueron acompañados por las mujeres. También en 1955 se instituye, a imagen de las Fallas de Valencia, el cargo de Regidora, que el primer año se llamó Reina de Fiestas (la Reina de las fiestas era la Virgen de las Virtudes, según el concejal de festejos). Se modifican otros actos como la Entrada de nuevos capitanes y alféreces, que en 1958 pasa a efectuarse casi por el recorrido actual por todas las comparsas, y la Embajada del día 7 pasa al día 6. Pierden importancia los actos religiosos y desaparecen algunos de los más característicos de las fiesta, como el Pacto de la Alianza en 1953 y los simulacros de batalla matutinos en 1955. En 1958, se instituyen los premios, que se dan en el Ayuntamiento al finalizar la Entrada de Nuevos Capitanes y Alféreces, y se hacen por primera vez los fuegos artificiales el día 9 en el Castillo de la Atalaya. En 1959, presencia la corrida de toros del día 7 Ernest Heminway, al torear su íntimo amigo Antonio Ordóñez.
La recuperación económica, motivada por el fin del período de autarquía, también se reflejó en la aparición de varias comparsas nuevas a lo largo de la década (Almogávares en 1954, Nazaríes en 1955 y Bereberes en 1956) y de las primeras escuadras especiales (Salvajes en 1954 y Escorpiones en 1958). El Ayuntamiento fomentó la historicidad de las nuevas comparsas, imponiendo que las nuevas comparsas se ajustaran a la Reconquista y que desaparecieran o cambiaran de nombre y de traje las que se consideraban “anacrónicas”. El interés por la historicidad de las comparsas fue forzada por los Ayuntamientos franquistas y coincidió con el auge económico y la aparición de una burguesía industrial local que imita a la alcoyana en el aspecto festero. En Villena, no se plantea hasta los años cincuenta, con la creación de nuevas comparsas que se ajustan a la Reconquista, como los Almogávares en 1954, los Moros Nazaríes en 1955, los Moros Bereberes en 1956, los Árabes en 1960 y los Ballesteros en 1966, con la desaparición de las comparsas anacrónicas, como la de Romanos en 1949 (sustituida por la de Almogávares en 1954), con el cambio de nombre de otras, como la de Marineros por Marinos Corsarios en 1963 y el de Americanos por Árabes (1960) y después por Ballesteros (1966), y con el cambio de algunos trajes tradicionales anacrónicos, como el de los Marineros en 1955 , 1960 y 1963 (Domene-Sempere, 1989, 139-140, 176-177) y el de los Cristianos en 1964 (Soler Ríos, 1993), perdiendose así de forma lamentable el traje de la antigua soldadesca. La intervención del Ayuntamiento fue decisiva en estos cambios, ya que fue el concejal presidente de la Comisión de Festejos quien convenció a los festeros que querían recuperar en 1953 la comparsa de Romanos, desaparecida cuatro años antes, para que crearan la de Almogávares[12] y quien obligó a sustituir la de Americanos por Árabes y a cambiar el traje de los Marineros por uno más histórico proporcionado por el mismo Ayuntamiento. Tras el fracaso de dicho traje en el Desfile de la Provincia de 1960, la comparsa desapareció, volviendo a reaparecer en 1963 con el nombre de Marinos Corsarios y con otro traje distinto. La intención de los fundadores de la comparsa de Bereberes también era la de recuperar la comparsa de los Tercios de Flandes, pero fueron convencidos por el concejal de festejos y por José María Soler para crear una comparsa más histórica como los Bereberes en 1956. En lo que se refiere a la eliminación de las comparsas consideradas como “anacrónicas”, el presidente de la Comisión de Festejos del Ayuntamiento llamó a los dirigentes de las comparsas de Marineros y Americanos en 1959 para comunicarles que, debido a su anacronismo dentro de las fiestas de moros y cristianos, la de Marineros debía cambiar de traje y la de Americanos debía desaparecer, por lo que sus componentes crearon una nueva comparsa (la de Árabes).      En 1960, las comparsas de Villena participan en el Desfile de la Provincia, que se celebra en Alicante con motivo de las Hogueras de San Juan. En él, participa la comparsa de Marineros con su nuevo traje, que no es del agrado de nadie, por lo que no participa en las fiestas de ese año ni en las de los dos años siguientes. La comparsa de Árabes sustituye a la de Americanos. En 1963, los
Marineros cambian de nombre y traje, convirtiéndose en Marinos Corsarios.
En los años sesenta continúa el proceso de industrialización y el bienestar económico hasta la crisis de 1973-1974 y, como consecuencia de él, se produce un auge importante de las fiestas de Villena, con la fundación de la Junta Central de Fiestas en 1970, que organiza las fiestas por delegación del Ayuntamiento e introduce algunas novedades. En 1970 aparece el Desfile de la Esperanza, se empieza a celebrar el Ecuador Festero a imagen y semejanza del Mig Any alcoyano y se empieza a editar el Boletín Día cuatro que fuera. En 1969, las embajadas y guerrillas pasan a realizarse en la plaza de Santiago y se deja de disparar en la Entrada de Nuevos Capitanes y Alféreces (en 1972, los festeros menos y, en 1974, también los cargos). En 1974 se celebra en Villena el I Congreso Nacional de Fiestas de Moros y Cristianos y, el día 7 por la tarde, Televisión Española retransmite el Sorteo Especial del Turista y el desfile que se organiza ex profeso en el Paseo de Chapí. En esta etapa, en definitiva, no se aportan actos nuevos, sino que más bien se potencian los existentes, la Cabalgata se equipara en importancia a la Entrada y los desfiles en general cobran gran importancia al aumentar el número de festeros. La Iglesia, en la nueva línea marcada por el Concilio Vaticano II (1962-1965), también influyó en las fiestas de Villena[13]. El año 1977 trae las primeras elecciones democráticas a España y, aunque el esquema festero permanece prácticamente inalterado hasta la actualidad, el nuevo régimen se refleja en las fiestas de Villena. Lo que ocurre en realidad es que se potencian y modifican de forma parcial gran número de actos, como las Embajadas, que cambian su escenario al Castillo de la Atalaya en 1977. Pero la característica fundamental de esta etapa es la masificación o popularización de las fiestas, por el aumento espectacular de festeros, que obliga a realizar variaciones en algunos actos que habían permanecido inalterados desde hacía siglos. Se cambia el recorrido de la Procesión en 1979, de la Retreta (1981 y 1986) y se introducen diversas variaciones en la Romería del día 5, que se retrasa cada vez más debido a la mayor duración de la Entrada. El desfile del día 9 se equipara a la Entrada del día 5 y la Cabalgata se convierte en un espectáculo si parangón. Se popularizan las verbenas al desaparecer varios recintos cerrados con taquilla, y renacen los bailes en la calle, aunque las salas de fiesta (especialmente La Troya) concentran la diversión nocturna.
El interés por la historicidad de los trajes festeros se ha producido a través de es la proliferación de las llamadas escuadras especiales, fenómeno que se ha generalizado en este periodo y ha adquirido una especial relevancia en Villena. Ayudado por el auge económico, el fenómeno se generalizó en los años setenta y, sobre todo, en los ochenta hasta el punto de desaparecer totalmente los trajes tradicionales de los desfiles en algunas poblaciones, mientras que en Alcoi sólo desfilan seis esquadres de negres, tres por cada bando. En Villena, se limitó el número de escuadras especiales a una por cada 100 festeros, con el fin de preservar los trajes tradicionales de las comparsas, y los trajes de las escuadras especiales se estrenan todos los años el día de la Entrada, además de que se diseñan y confeccionan en la misma ciudad y por las mismas escuadras que luego los estrenan, alquilándose después a otras poblaciones para amortizarlos. Esto ha hecho que haya una auténtica industria de confección de trajes festeros a desde los años setenta, creándose multitud de puestos de trabajo y celebrándose para tal efecto la exposición denominada Expofiesta, en Villena en 1982 y 1983 y en I.F.A. a partir de 1994. Hay que señalar que los trajes algunas escuadras especiales tienen un coste económico equiparable al de las fallas valencianas de categoría especial y superior al de las fogueres alicantinas más caras.
La llegada de la democracia y la Constitución de 1978, que ampara la igualdad entre los dos sexos, favoreció la participación de la mujer, que consiguió participar en las fiestas de Villena en 1988 tras una larga espera y un proceso judicial[14]. El aumento de festeros tras la incorporación de la mujer a las comparsas ha sido espectacular, duplicándose en unos pocos años con respecto a las cifras de 1987. Se ha pasado de algo más de dos mil festeros en la década de los setenta a más de seis mil a mediados de los ochenta y a los 10.594 con fecha 4-9-1995 (un 33% de la población), de los cuales 9.843 desfilaron en las fiestas de ese año. Un caso significativo ha sido el crecimiento desmesurado de algunas comparsas (la de Estudiantes, por ejemplo, ha pasado de 535 socios en 1985 a 1.654 en 1995 y a dos mil en 2004), que situó a 4 comparsas villenenses en 1995 por encima de los mil socios (Estudiantes, Piratas, Labradores y Andaluces) mientras que la comparsa más pequeña contaba con 192 festeros (Gil y Martínez, 1993, 1994; Domene, 1995b). En el 2004, ya se han alcanzado los doce mil festeros salientes, de manera que uno de cada tres villeneros pertenece a alguna comparsa y sale de festero.